Klaus, un antiguo médico nazi, practicó horribles experimentos sadomasoquistas con niños durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, se exilia en un remoto pueblo de Cataluña, donde sigue violando y torturando a niños. Mata a su última víctima de un golpe en la cabeza, tomando fotografías del crimen. Angelo, una de las víctimas de Klaus, le espía desde una ventana y roba escritos y fotografías incriminatorias de los crímenes del doctor. Klaus intenta suicidarse saltando desde una torre. Sobrevive, pero queda paralizado e incapaz de respirar por sí mismo, confinado permanentemente en un pulmón de acero para sobrevivir.

Unos años más tarde, Klaus está al cuidado de su esposa Griselda y de su joven hija Rena en una gran y lúgubre casa en el campo. Griselda es infeliz en España y, abrumada por la tarea de cuidar a su marido, desea secretamente que se muera. Aparece Angelo, que se ofrece como enfermero para ayudar a cuidar a Klaus. Griselda siente una inmediata antipatía por Angelo y no quiere contratarlo, pero Klaus insiste en que se quede. En realidad, Angelo no tiene ninguna habilidad como enfermero, lo que pronto descubre Griselda, pero aun así Klaus se niega a deshacerse de él. Se revela que el verdadero objetivo de Angelo no es sólo vengarse de Klaus, sino también ocupar su lugar como torturador. Angelo le lee a Klaus pasajes de los diarios que robó en los que el médico describe, con todo detalle, cómo torturaba a sus víctimas. Recreando lo que Klaus le hizo, Angelo se desnuda y se masturba delante de Klaus. Luego llama a Griselda. Ella intenta huir, pero él la mata, colgándola de las barandillas del segundo piso.

Al día siguiente, Angelo despide al ama de llaves y se hace cargo de la casa con la ayuda de Rena. A Rena no le molesta la ausencia de su madre, ya que Griselda la maltrataba. Rena se siente mucho más cómoda bajo el cuidado de Angelo. Angelo continúa con los experimentos del doctor, llevando a los niños a Klaus en su pulmón de acero. Angelo atrae a un niño a la casa y lo ata a una silla. Delante de Klaus, Angelo mata al niño inyectándole en el corazón con una aguja llena de gasolina. Trae a otro niño, lo obliga a cantar y lo mata cortándole el cuello. Temiendo que Angelo le mate a él y a Rena, Klaus le dice a su hija que huya al pueblo cercano con un mensaje pidiendo ayuda.

Angelo descubre a Rena mientras intenta escapar y la lleva de vuelta a la casa. La domina, asumiendo un perverso y violento papel de "padre". Finalmente, Angelo saca a Klaus de su pulmón de acero y le deja morir por asfixia mientras emula la escena de sus propios abusos, en presencia de Rena. Una vez que Klaus está muerto, Angelo toma totalmente su identidad, introduciéndose en el pulmón artificial, y hace que Rena tome la suya.