La infancia de Shelley (Anna Faris) no fue sencilla, sin padres, se crió en un orfanato esperando que alguna familia la eligiera. Pero no encontró una familia de verdad hasta que se hizo mayor y entró a vivir en la mansión Playboy. Shelley se convirtió en una conejita más, aunque no de poster central, y disfrutó de muchos años en compañía de Hef. Pero tras la noche de su 27 cumpleaños su vida cambia por completo: recibe una carta donde Hef la “invita” a abandonar la casa y no volver jamás. Shelly, sin rumbo, llega a la casa de una hermandad universitaria y se convence a sí misma de que su misión es elevar a las pringadas de la universidad al estatus social de las más populares. Tiene un duro camino por delante.

Para salvar su hermandad las Zetas necesitan que se unan 30 personas, pero la situación es grave. Cuando se está llevando a cabo la conferencia donde disolverán su hermandad, las Zetas y Shelley entran en escena. La protagonista da un discurso acerca de cómo su experiencia con las Zetas le ha enseñado el significado del amor y el respeto, y poco a poco varios alumnos anuncian su unión a la hermandad. La número 30 resulta ser una chica de Phi Iota Mu, cansada de cómo la trataba la responsable de su hermandad.

Con la hermandad salvada, descubrimos que Natalie (Emma Stone) ha contactado con Oliver para que éste le de otra oportunidad a Shelly y conozca a su yo auténtico. Después el grupo de Zetas disfrutan de una gran fiesta de celebración.