Final de La vida mentirosa de los adultos 1 temporada
(2023)Final de La vida mentirosa de los adultos 1 temporada (2023)
Título original: La vita bugiarda degli adulti
Sinopsis
La joven Giovanna lidia con su transición de niña a adolescente mientras experimenta las dos caras de Nápoles durante la década de los 90.
Edoardo De Angelis
Director
Reparto principal
Giordana Marengo
Valeria Golino
Alessandro Preziosi
Pina Turco
Azzurra Mennella
Rossella Gamba
Como acaba La vida mentirosa de los adultos
Dirigida por Edoardo De Angelis, "La vida mentirosa de los adultos" es un relato crudo, sin adulterar y sin prejuicios de una niña italiana rica que se enfrenta a las luchas de la adolescencia y conoce las duras realidades de la vida. La serie de Netflix está basada en una novela escrita por Elena Ferrante, y lo mejor de ella es la forma matizada en que trata a sus personajes, especialmente a las mujeres. Las mujeres que viven en el mundo de Ferrante no son perfectas; de hecho, están lejos de serlo. Algunas aceptan las cosas como son, y otras se retuercen hasta que están preparadas para aceptar la realidad y ver las cosas como son. Hay personajes que sufren en el dolor sin redención alguna, pero hay unos pocos que aún albergan la esperanza de poder llevar las riendas y salir airosos de todas las complejidades.
Cuando vemos a Giordana Marengo interpretando a la protagonista, Giovanna, tenemos esa sensación familiar de incomodidad y desasosiego que la mayoría de nosotros tuvimos durante nuestros años de adolescencia. Vimos cómo se rompían nuestras fantasías y, aunque temporalmente, la vida nos arrinconó en un rincón sombrío y desesperanzado. Elena Ferrante hace que sus personajes miren su lado repulsivo: son personas que se entregan a la infidelidad, que son inseguras, que son hipócritas y, sobre todo, que cierran los ojos, esperando que los demás tampoco puedan verlos. Veamos, pues, de qué se da cuenta Giovanna cuando se expone a la ofuscación del mundo adulto.
Trama de La vida mentirosa de los adultos 1 temporada
Giovanna había empezado a sentirse fea, pues había oído a su padre decirle a su madre que había empezado a parecerse a su tía, Vittoria. André, el padre de Giovanna, era académico, y aceptar el hecho de que su hija no fuera buena en la escuela le resultaba difícil. Su madre, Nella, en cambio, creía que era la altivez de Giovanna la que había hecho que sus notas bajaran de tal manera. Giovanna se sentía tan consciente e insegura de sus rasgos físicos que necesitaba que la validaran. Las amigas de Giovanna, Ida y Angela, que para ella eran más como de la familia, le dijeron que muchas veces, las preocupaciones y los pensamientos negativos del interior de una persona la hacían parecer fea. André y Mariano se conocían desde hacía mucho tiempo, y ambas familias solían cenar y salir juntas con bastante frecuencia. Aunque hablaban de la solidaridad proletaria y de cómo la aplicación de la filosofía de Lenin y Lunarcharsky traería la justicia y la igualdad reales, intentaban ocultar sus sentimientos capitalistas bajo todas las charlas intelectuales.
Giovanna, Angela e Ida procedían de entornos bastante acomodados y no conocían la verdadera esencia de su ciudad, Nápoles. Se habían criado en un ambiente en el que estaban constantemente expuestas a los movimientos políticos; eran testigos de cómo sus padres debatían en la mesa y expresaban opiniones firmes, pero estas cuestiones no afectaban a sus vidas de la misma manera que lo habrían hecho para una plebeya como Vittoria. La familia de Giovanna era un ejemplo clásico de un estrato hipócrita de clase media alta en el que la gente hablaba de ideales y principios, pero a lo único que aspiraban en el fondo era a ascender en la cadena alimenticia. André hablaba de la difícil situación de los obreros, pero le gustaba tomar champán caro y presumir de sus influyentes contactos. Después de que Giovanna oyera hablar de su tía, Vittoria, y de cómo era la viva imagen de ella, sólo quería ir a conocerla una vez. Sabía que André no tenía muy buena relación con su hermana, por eso se mostró escéptica a la hora de preguntarle a él primero. Giovanna preguntó a su madre si podía ir a conocerla, y Nella transmitió lo mismo a su marido.
Sorprendentemente, André aceptó llevar él mismo a Giovanna y hacer que conociera a su hermana. André sólo le dio un consejo: le dijo que no creyera en nada de lo que dijera Vittoria. A Giovanna le contaron que su tía culpaba a André de todo lo que le había pasado en la vida. Le caía tan mal que le tapaba la cara en todas las fotos familiares que tenía. Era de la opinión de que Vittoria nunca tuvo el empuje necesario para hacer algo por sí misma y, cuando ya era demasiado tarde, se dio cuenta de que no podía hacer nada por remediar su situación y empezó a culparle a él, ya que era la única forma que tenía de hacer la vista gorda ante sus incapacidades. Giovanna quería determinar por sí misma si su padre y su madre decían o no la verdad.
¿De qué se da cuenta Giovanna tras conocer a Vittoria?
Vittoria era una proletaria, y no culpaba al sistema sino a su propio hermano de su condición. Giovanna no había visto antes el humor subido de tono y el comportamiento arrogante de Vittoria en el tipo de gente de la que estaba rodeada. Vittoria no juzgaba a una persona en función de sus posesiones materiales, y decía en voz alta que ella no era tan prepotente como su hermano. Vittoria tenía la extravagancia arraigada en su personalidad, y esperaba que su sobrina tuviera el mismo desparpajo para vivir la vida a su manera. Quería que Giovanna fuera inconformista y también rebelde, pues sabía que sólo así podría ser testigo de la verdad. Decía que creer ciegamente en lo que sus padres le decían que era verdad era también una especie de subyugación, y que para ser libre tenía que empezar a cuestionar a los suyos. Vittoria era una mujer de espíritu libre, y su entusiasmo se reflejaba en sus ojos, algo que había faltado en la vida de Giovanna desde que había entrado en la adolescencia. Vittoria le había regalado a Giovanna una pulsera cuando era pequeña y, cuando ambas se conocieron, le preguntó dónde estaba. Giovanna no tenía ni idea de ninguna pulsera, pero no hirió los sentimientos de su tía; dijo que ya no le valía. Su mentira fue descubierta, ya que Vittoria le había regalado una pulsera de adulto para que pudiera llevarla cuando fuera adolescente.
Vittoria amaba a un chico llamado Enzo, y culpaba a su hermano de su muerte. Enzo vivía en el barrio de su casa solariega y, a pesar de tener mujer y tres hijos, tuvo una aventura con Vittoria. André quería vender la propiedad, pero Vittoria le pidió que no lo hiciera porque no tenía adónde ir. Enzo se ofreció a pagar la parte que le correspondía a André, pero éste lo aceptó por ego. André fue directamente a ver a Margherita, la mujer de Enzo, y le informó de la aventura. Aunque Margherita perdonó a Vittoria, Enzo no podía vivir su vida sin ella y, en pocos meses, murió al no poder estar con el amor de su vida.
Había dos narrativas en juego: Por un lado, Vittoria afirmaba que André era el responsable de la muerte de Enzo, y André decía que aquel hombre era un fraude y un infiel que había puesto los ojos en su propiedad desde hacía tiempo. Angela e Ida habían estado insistiendo a Giovanna para que las hiciera conocer a su tía, ya que habían oído hablar mucho de ella. Cuando Vittoria fue a recoger a los niños con Giovanna, se dio cuenta de que Costanza, la madre de Angela e Ida, llevaba la misma pulsera que ella había regalado a Giovanna. La pulsera era muy importante para Vittoria porque se la había regalado Enzo. En el octavo episodio de "La mentirosa vida de los adultos", nos damos cuenta de que fue robada por Enzo a la madre de su mujer. Margherita lo sabía, pero no podía hacer nada, y había aceptado el hecho de que su marido era el tipo de hombre al que sólo le gustaba presumir, aunque no tuviera recursos suficientes para mantener a su propia familia.
Vittoria se reunía de vez en cuando con la mujer de Enzo, y una vez llevó también a Giovanna para conocerla a ella y a sus tres hijos: Tonino, Corrado y Giuliana. Mientras que Corrado quedó prendado de Giovanna nada más verla, Giovanna no podía apartar los ojos de Tonino. A Giovanna le divertía ver que podían existir tales relaciones en las que una mujer compartía un vínculo tan estrecho con la esposa y los hijos de su amante. Vittoria sólo le había dicho una cosa a su sobrina: fuesen lo que fuesen los adultos, rara vez eran así en la realidad. Le dijo que vigilara de cerca a sus padres y que no diera nada por sentado. A partir de aquel día, Giovanna se volvió más escéptica con todo. Se convirtió en una inconformista, y se dio cuenta de que era mucho mejor que vivir una vida de pretenciosidad, ya que, a diferencia de los demás, a ella no le asustaba la verdad.
Final explicado de La vida mentirosa de los adultos 1 temporada
¿Terminan juntos Giovanna y Roberto?
Giovanna se da cuenta de que el mundo no es lo que parece. Se dio cuenta de que sus creencias eran demasiado idealistas y de que la moral y los valores que creía que todo el mundo respetaba eran producto de su imaginación y no tenían nada que ver con la realidad. Vio a su madre acariciando la pierna de Mariano por debajo de la mesa y supo al instante que Nella tenía una aventura con el mejor amigo de su marido. Giovanna necesitaba alguien en quien confiar, y acabó contándoselo a Vittoria, pidiéndole que no se lo contara a nadie. Más tarde, Giovanna se enteró de que no era su madre, sino su padre, quien tenía una aventura con Costanza, la mujer de Mariano. Finalmente, André se separó de Nella y se fue a vivir con Costanza. Mariano tampoco tuvo más remedio que dejar a su mujer cuando se enteró de la aventura. André dijo una cosa muy significativa que hizo que Giovanna se diera cuenta de algo para lo que, en ese momento, no estaba preparada. Dijo que la gente le culpaba porque había dicho en voz alta que tenía una aventura extramatrimonial. Dijo que nadie era tan justo como pretendía ser, y que no hicieron exactamente lo mismo que él porque o bien no tuvieron la oportunidad, o bien estaban demasiado asustados para dar un paso. André dijo que sabía lo que pasaba entre Mariano y Nella, y que el hecho de que no lo hubiera señalado explícitamente no significaba que no se diera cuenta. Giovanna vio lo necesitada y desesperada que se había vuelto su madre después de que André la dejara, y no quería acabar siendo como ella.
Cuando Giovanna conoció a Roberto, el novio de Giuliana, tuvo una conexión inexplicable con él, y él también correspondió a su energía. Roberto podía relacionarse con Giovanna más que con su novia. Giovanna leía sobre el Evangelio y otras cosas para poder entablar conversación con Roberto, que era un hombre bastante culto y tenía buenos conocimientos sobre casi todo en la vida. Roberto la invitó a reunirse con él en Milán. Había una chispa evidente entre ellos, y llámese ingenuidad o puro olvido, Giuliana no pareció darse cuenta, y ella misma se ofreció a que Giovanna la acompañara cuando se marchara a Milán. Cuando Giovanna vio a Giuliana y Roberto en Milán, se dio cuenta de un par de cosas sobre la pareja. En primer lugar, Giuliana era muy insegura, y siempre lo miró como el hombre perfecto que una chica podía conseguir. Giuliana creía que todas las chicas que hablaban con Roberto lo hacían con la intención de robárselo. Giuliana tenía complejo de inferioridad, y se sentía como una paria cuando los colegas de Roberto empezaban a hablar de cosas de intelectuales. Temía el día en que Roberto perdiera interés por ella. Giovanna le dijo que lo único que tenía que hacer era ser ella misma, y si Roberto la quería de verdad, nunca la dejaría. No había otro camino que dar un salto de fe y confiar en que las cosas saldrían a su favor. Durante todo este tiempo, Giuliana tenía el brazalete de Vittoria y, al volver de Milán, se dio cuenta de que se lo había dejado allí. Algo se rompió dentro de Giovanna, y decidió volver a Milán para traer el brazalete, o al menos eso fue lo que le dijo a Roberto. Giovanna tenía toda la intención de complacer a Roberto, pero las cosas cambiaron al llegar a Milán. Se dio cuenta de que Roberto no era un buen tipo, y eso hizo que le repeliera. Roberto estaba dispuesto a engañar a su novia, y no se le ocurrió ni una sola vez que ella le apreciaba tanto y que siempre se había sentido indigna de estar con él.
Giovanna volvió al día siguiente y se encontró con su tía, Vittoria, y le dijo que tenía la pulsera que le había regalado a Giuliana. Vittoria le pidió que se quedara con el brazalete y probablemente, por primera vez, tuvo una conversación totalmente sincera con ella. Vittoria le dijo que, al contrario de lo que había dicho, sí había tenido relaciones sexuales con muchos chicos después de Enzo, aunque nunca pudo encontrar a alguien como él, y que por eso no había sentado la cabeza. Giovanna se sintió un poco dolida porque había creído a Vittoria cuando le dijo que le había sido fiel durante todos estos años. Giovanna se dio cuenta de que las palabras pronunciadas por los adultos siempre tenían un subtexto oculto, y vio cómo la idea de un mundo perfecto se rompía en mil pedazos. No se sintió triste por ello; de hecho, sintió como si le hubieran quitado un peso de encima, pues ya no estaba confundida y comprendía la vida de una manera mucho mejor.
Giovanna fue a hacer el amor por primera vez con Rosario. Lo odiaba y lo encontraba demasiado desesperado y sórdido, pero quería experimentarlo por sí misma antes de empezar el siguiente capítulo de su vida. Dejó el brazalete en su casa, símbolo de que no quería seguir cargando con el equipaje de su vida pasada y se despojó de su piel para adoptar por fin una nueva forma. Giovanna sabía que sus padres creían ser marxistas, pero en realidad no lo eran. Pertenecían a la burguesía, y por mucho que dijeran que comprendían la difícil situación del proletariado, en realidad, no lo hacían. Giovanni se sentía dispersa, y no sabía qué haría con su vida ni qué retos le esperaban. No sabía si sería capaz de afrontar su nueva vida o si sería igual que antes. Seguía siendo un lienzo en blanco, como lo fue en el primer episodio de "La mentirosa vida de los adultos", pero aun así, tenía esperanzas de que sería capaz de enfrentarse a su realidad y afrontar los retos que la vida le deparara.
Giovanna encontró el diario de Ida, guardado en su scooter, donde ésta había escrito lo que sentía cuando suspendía. Ida dijo que no se avergonzaba de haber suspendido, ya que eso le daba la oportunidad de dedicarse a lo que siempre le había apasionado: escribir novelas. Ida le había dicho a Giovanna que la esperaría en una parada de autobús, y ésta llegó puntual. Juntas emprendieron un viaje que las alejó de todas las expectativas y de la ingenuidad.